El caso McGraham – Cap. 09/17

Unos minutos después, la eficiente secretaria llegó con los papeles en la mano. «No tengo copia, así que debe revisarlos aquí. Puede sentarse en aquella mesa tanto tiempo como necesite». El detective se quitó su gabardina y se acomodó detrás de aquella mesa semivacía, esparció los papeles y comenzó a leer.

Media hora después terminó de revisar aquel documento por tercera vez. Efectivamente la compra no llegó a efectuarse. Al parecer, los directivos de Karlson Inc. pidieron el doble de lo que habían acordado. La subida se debía por la compra a última hora de un proveedor de la India por parte de Karlson Inc. Esto abría grandes beneficios a la empresa, pero no resultarían el doble. Estaba claro que querían sacar una buena tajada, a lo que Michael McGraham y sus asesores se negaron.

Sandra se acercó a la mesa donde Cardigan releía una vez más esas hojas. «No. Cuando terminó la reunión yo me había marchado ya». El detective le preguntó a qué hora llegó a la oficina el día siguiente. «El día del suicidio, Michael McGraham no pasó por aquí. Yo supuse que estaría celebrando la compra, aún no me había enterado del fracaso de la reunión».

Cardigan aludió que trabajar cinco años al lado de una persona, le permitiría a cualquiera prever sus reacciones. «¿Me pregunta si creo que se suicidó por no haber llegado a comprar Karlson Inc.? No. Si tenía otras razones, las desconozco, pero no fue por la reunión del día anterior. McGraham habría conseguido comprarla antes o después. Nunca se daba por vencido. No sería la única empresa que no consigue a la primera, ya hay un puñado en esa lista».

Cardigan estaba desconcertado. No veía ningún tipo de móvil por ningún sitio. Así que a la desesperada le insinuó a Sandra Collins si había mantenido alguna relación más personal con el empresario. Collins reaccionó molesta y aseguró que se había ganado su puesto a base de mucho trabajo y negó por todas haber mantenido relación alguna más allá de lo que a su profesión respectaba. Cardigan se defendió diciendo que esa clase de preguntas eran rutina profesional. Lo que estaba claro es que no tenía nada.

Cuando el detective se disponía a abandonar la oficina, Sandra lo llamó. «Hace un par de días recibí la llamada de un notario. Al parecer McGraham me dejó la clave de la caja fuerte de su despacho. Mañana por la mañana vendrá el notario a hacerme entrega de la contraseña. Si quiere, puede estar presente».

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